martes, 16 de septiembre de 2014

Despierto en el frió de la noche buscando el candor de tu piel
cuyas brazas ardientes estallan en ella para quemarme de vos.
Mi boca busca beberte y como un río de aguas dulces me sacias;
siento el latido de tu corazón en nuestros labios,
aspiro tu aliento como el lenguaje de nuestras almas…
Te abrazo intensamente deseando morir en tu pecho,
porque le tengo miedo al mañana
que siempre me asusta con perderte para siempre.
Hoy bese tus dedos,
recogí de ellos su néctar,
lo lleve a mi paladar donde almacené tu aroma
mientras las horas crueles avanzan
y se burlan de lo frágil de la existencia,
de lo frágil que es tenerte como una copa de cristal y diamantes,
que en segundos, luego de la despedida con promesas de no vernos,
estalla hiriendo con cristales mi cuerpo que por vos se desangra;
te amo en el silencio, muero en el silencio y en el espacio en que no estás.
Por cada vez que mi ser desnudo
representado por mi viril naturaleza
entra cruzando las puertas de los jardines de tu acuosa feminidad,
algo de mi allí queda, mientas más menguo hasta no quedar nada,
porque vivir para no tenerte quiero vivir para morirme en vos.

Diego Emilio Corzo.


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