viernes, 21 de junio de 2013




Confundí un instante con el infinito
y entregué de mis labios los mejores besos,
de mi corazón, los más profundos secretos;
no oculté mi debilidad ni el pasado inalterable
puse mi alma al sol para no quedar nada a oscuras.

Toleré lo intolerable, esperé lo que nadie espera,
perdoné lo que para algunos es imperdonable,
y desaparecí en el silencio sacrosanto de la divina voluntad.

Hoy recojo olvido desierto y despojos.
trago el sabor de la desilusión
y el consuelo de la revelación
he amado ciegamente
y en tinieblas palpaba lo que pensaba me pertenecía
cuando en realidad ponían frente a mí,
un rostro que no era real;
eran las sobras de un viejo amor
el eco de una entrega ajena
que encontraba su saciedad…en mi.

Diego Emilio Corzo.


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