Al margen de mi vida,
una brecha al infinito
y yo sigo circundando cosas vanas
de la efímera existencia.
Eres tan real y yo tan bohemio
que nos une la delgada senda del deseo;
yo procuro eternidades,
tu procuras momentos;
yo escribo un posible mañana,
tu cierras lo vivido antes de ir a dormir
¿Acaso no ves que procuro ser eterno contigo?
Pero tu quieres de mí algunos instantes.
Me asesinas de noche me revives por las mañanas...
que un día no habrán.
Diego Emilio Corzo.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
POEMARIO VARIOS
No hay..
No hay poema si no hay amor
solo verborragia de un sin fin sin sentidos,
pura vana y altanera retórica barata.
No existe poema que hable de la existencia,
si no se tiene en el corazón “ese” estro,
esa flama que enciende el alter ego
que sin importarle el ridículo o las burlas,
recita versos a los cuatro vientos.
Diego Emilio corzo
Poetiza
Poetiza de labios de fuego,
de corazón de hoguera;
cuya sangre que corre en tus venas
es tinta y viceversa,
que derramas en la hoja con versos de oro virgen.
Poetiza de sueños de amores verdaderos,
que se vuelven fugaces;
quizás no exista quien esté a tu altura
de amante inalcanzable;
quizás, solo quizás, deberías detenerte
y dejar que te sorprendan,
porque en tu énfasis de entrega
no dejas espacio para recibir lo que tu corazón espera.
Diego Emilio corzo.
Eres perfecta.
Tu rostro es tan bello
que en él no hay tiempo;
no eres niña, no eres mayor
no eres joven… eres perfecta.
Diego Emilio corzo
Que esconden.
¿Qué esconden tus pupilas al mirarme,
que dan orden a tus labios que sonrían?
¿Qué esconde tu sonrisa que da orden a tu boca
a precipitarse a la mía con un beso?
Y al besarme ya sé que esconden tus pupilas
Diego Emilio corzo
Eclipse
Como un eclipse,
tus labios apagaron las voces de mi boca,
tu rostro cubrió mi cara,
mi cuerpo se alineo al tuyo;
fue en una secuencia que duró largos instantes;
pero lo eclipses suceden y luego todo vuelve a su lugar,
aunque quedan grabados en la memoria de la mente;
Como tu beso ha de quedar en la memoria de mi corazón.
Diego Emilio Corzo.
He perdido…
He perdido entre el tumulto de gente,
las pistas que me llevaban a vos.
He florecido en jardines ajenos buscando tu hogar,
y al no hallarte me he vuelto cenizas;
pero el soplo de vida me dio nueva existencia,
ahora estoy desnudo de tanta vanidad,
de tanta loca carrera a la nada;
ahora estoy donde debía haber estado siempre;
voy camino por senda angosta
con la pasividad de hombre nuevo;
y la bendición que recibo de ello,
es la promesa de que existes,
de que éstos labios no morirán secos;
y que éste cuerpo no será sólo mío.
Diego Emilio Corzo.
martes, 23 de octubre de 2012
Cuenta regresiva
El mundo se
auto devora,
los hombres
planifican sistemas,
construyen montañas
de nuevos valores
que se convierten
en precipicios,
desde donde
luego se lanzan
hacia un
abismo que desconocen.
El mundo
está en cuanta regresiva,
es su andar
camino a la fosa,
mas entre
los hombres algunos brillan;
no por
logro de sus propios méritos,
porque la
gloria humana muere con ellos,
sino que
brillan con la gloria de Dios
porque llevan
en su interior al Cristo,
que ha
desechado el reloj interno
que tiene
un principio y un final,
para sembrar
en ellos eternidad.
El mundo se
divide entre justos he injustos;
los primeros
aman a Dios,
los segundo
aman sus propios caminos
¿Y puede un
fruto permanecer vivo
Sin la
planta de donde provino?
Si puede;
pero su tiempo es corto,
la podredumbre
le llegará pronto;
en cambio
el fruto que permanece en la planta,
lleva vida
en abundancia.
Diego Emilio
Corzo.
lunes, 15 de octubre de 2012
Despojo y Abandono Me ha entrado al alma una angustia que no distingo Pareciera que viniera de mis propios miedos Trepando como arañas a mi confianza Anidando en olvido y polvo.
Van cubriendo de telarañas la fe Que ayer movía montañas. Y es que todo lo que sueño Todo lo que añoro se vuelve cenizas Antes de ser concebidos.
Estoy en punto muerto Soy como el náufrago en medio del océano Voy caminando como espectro sin mañanas ¿A dónde fueron las promesas de victoria? ¿A dónde el gozo de la misericordia? ¿A dónde el presente que marca el buen paso? ¿Que hay detrás de todo esto que no puedo vislumbrar? ¿Que oraciones hay que elevar?
La paciencia hoy es una sala de quirófano de hospital donde espero en sus pasillos cargados de incertidumbre. El tiempo pasa y se lleva mis mejores años Y aún sigo en el mismo sitio sin poder avanzar Mientras mis verdugos susurran prevaricaciones Contra mi persona, Mientras me acusan de merecedor de mi presente Y siento rabia de la lástima disfrazada de compasión Siento rabia de la hipocresía que te da palmadas en el hombro Siento rabia de los ciegos del alma Siento rabia del descomunal silencio Que sólo me trae despojo y abandono.
Diego Emilio Corzo.
martes, 25 de septiembre de 2012
Amarte
Amarte es
saber que existe una vida entera contigo,
es querer
romper con el capricho del destino
si fuera
dividir nuestras sendas.
Amarte es
querer buscar la lógica del amor
que siendo
ilógica, es perfecta y eterna
cuando entre
nosotros está Dios.
Amarte es
la disciplina del arte de todos los días,
la misma
que trae la aurora cada mañana
que siendo
parecida a la anterior
es completamente
diferente.
Amarte es
tan simple como complejo,
es una
tarea dulce,
Como el
labor del jardinero
que en
empeño de su pasión
puede hacer
de un simple vergel,
un paraíso edénico.
Amarte vida
mía
es renovarme
cada día,
es callar a
la estrepitosa burla de la muerte,
Con el
sonido leve de nuestros labios al besarnos.
Diego Emilio
Corzo.
Poesía
Ya lo dijo el poeta
“mientras haya en el mundo primavera
habrá poesía” (Gustavo Adolfo Bécquer)
Hoy existen muchos falsos poetas
que vistiéndose de letras profanas
se adjudican una falsa gloria,
porque si bien, como dicen los proverbios:
“No hay nada nuevo bajo el sol”,
al verdadero poeta se le ha dado el don
de recrear lo creado,
de reinventar la vida y la muerte
en un capricho desesperado
por entender lo que se da por entendido
y no entiende.
El falso poeta llama a las cosas por su nombre,
sólo las decora tratando de semejarla
a lo que supone está de vanguardia,
porque su fin es el aplauso.
En cambio el verdadero poeta
anda errante, buscando parte de sí mismo
en los márgenes de los espejos,
o a campo abierto,
en las piedras, las flores,
las aguas, en su prójimo,
en algún romance no entendido,
en todas las religiones;
habla del cielo,
sólo si siente haber rosado el infierno.
Vivirá cien vidas en su única existencia,
porque si bien el tiempo no perdona
él no perdona al tiempo,
lo transgrede con el poder de su poesía lacerante,
como millares de saetas lanzadas hacia la nada,
no detiene la marcha en su mano que empuña la pluma,
ni en la rendición de los cobardes;
no se duerme en las glorias humanas
ni en los aplausos aduladores,
simplemente sin saberlo
él trasciende la muerte.
Diego Emilio Corzo.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Podrán...
Podrán desearme la muerte mis enemigos
y permaneceré inalterable.
Podrán prevaricar las malas lenguas
sobre mi persona,
y mi alma se mantendrá inmutable.
Podrán poner mi cuerpo bajo el candente fuego rojo
pero pese al dolor de mis carnes
no conseguirán sacar de mis labios palabras de rendición;
pero vida mía,
si te perdiera porque el destino nos dividiera,
me amigaría de la muerte
me sometería a los prevaricadores
y bajo el candente fuego rojo,
mi cuerpo solo repetiría tu nombre.
Diego Emilio Corzo.
lunes, 20 de agosto de 2012
Manifiesto de Amor.
Hay quienes
hemos muerto varias veces
porque nos hemos
lanzado a la locura de amar sin saber que es el amor
y hemos
confundido cardos por rosas
hemos bebido
de labios que nos han tenido prisioneros
e incluso hemos
festejado de ser esclavos moribundos,
a merced de
quienes entregamos nuestras vidas
como si le entregásemos
a un ídolo.
Nuestros corazones
buscan inevitablemente la adoración
y
confundimos nuestra sed de amar y encontrar un amor,
buscando a la
persona que será la razón de nuestra adoración;
y los
proclamamos ídolos en nuestros corazones, que incluso siendo de barros,
los vemos
de oro, angelicales y perfectos.
Pero en
esta carrera loca hacia la muerte
vivimos la
vida con cierto frenesí de atosigarnos de vivencias,
amores (ídolos)
aquí y allá.
Con la idea
fija de vencer a la muerte
hacemos de nuestras
vidas una suerte de laberintos,
nos perdemos
en sus pasillos, volvemos sobre los mismos
y nunca encontramos
la salida de ésta carrera desenfrenada,
donde ilusionados,
aceleramos nuestros pasos tras creer vislumbrar
la salida,
y nos encontramos con otro pasaje sin escapatoria;
hasta que
caemos rendidos y abatidos, donde el respirar incluso nos es molesto…
Y es
entonces cuando escuchamos la voz que venimos callando
la voz que
nos dice “ven a mí hijo”.
Si somos
capaces de humillarnos dejando de lado nuestro yo,
sabremos que
el amor siempre estuvo,
que la
inevitable sed de adorar es parte de nuestra naturaleza para con Dios,
pero en
tiempos de incredulidad preferimos adorar a nuestros pareceres
y ya no
vemos al amor como un tesoro inalcanzable
porque el
amor está allí, en el Dios vivo
y el manifiesto
de amor más puro lo hallamos en Jesucristo,
su unigénito,
que dio la vida para cada ser humano que cree en él,
como el único
camino, verdad y vida;
creyendo por
fe éstas verdades,
despertamos
de la vieja vida que muere tras nosotros,
pero se
levanta una nueva, con los ojos puesto en Cristo
ya no
andamos como ciegos que vuelven tras sus pasos
sino como
lumbreras amando a Dios y amando a nuestro prójimo
que son
todos aquellos que nos rodean,
comprendiendo
que amar no es fácil
pero es un
desafío de todos los días, animarnos a entregarnos
a ser
instrumentos de amor para que otros conozcan
el amor del
Dios padre en nosotros;
así, tal
vez encontraremos la persona que el Altísimo
sabe que
deseamos encontrar con todo nuestro corazón,
para que
ya, no siendo uno sino dos,
unamos las
fuerzas en una institución tan sagrada
por ser la
primera que instituyó nuestro señor,
el Matrimonio del hombre y la mujer
Diego Emilio Corzo.
lunes, 13 de agosto de 2012
I
Incertidumbres.
Me vuelvo
sombra en la quietud de mis días
que lacerantes
como estocadas invisibles
van quitándome
el habla, las fuerzas, el alma.
Soy todo y
soy nada,
soy alguien
soy nadie.
Escribo en
la tempestad el reflejo inevitable
de mi burda
existencia de éstos últimos días.
El cielo
está tan arriba y el infierno es tan profundo
que apenas
si puedo aferrarme en los escombros
que existen
entre estos dos mundos.
La esperanza
es sublime he infinita
y se
encuentra a cientos de kilómetros de mí;
la fe
trastabilla entre lo no dicho y la ausencia
entre el
olvido y la inconstancia de mi espíritu,
que
sabiendo de la existencia absoluta del amor
se ha
abandonado a las desidias de la decepción.
Existe un
camino sin excepciones de espinas
estoy en el
umbral de su entrada, atado de pies y manos
sediento,
como páramo clamando lluvia tardía;
no hay
éxito sin no hay lágrimas
y si no
muere el viejo hombre en nosotros;
pero ésta
espera plagada de demonios
de susurros
linfáticos pero influyentes a la tumba,
más el caos
de los días modernos de un mundo que me acorrala,
hacen de mí, éste difunto, ésta cáscara de lo que fui y lo que soy